REQUIEM POR LA CIUDAD DEL BARROCO
Este “REQUIEM” no es sólo por la ciudad del Barroco es un réquiem por “Nuestra Historia”, un réquiem por “Nuestra Arquitectura”, un réquiem ahora en este momento por ” la CASA DE LAS CADENAS”, que sirvió de residencia a la corte de Felipe V a comienzos del S. XVIII y de la cual existe un réplica en el "Pueblo español de Barcelona".
En septiembre de 2011 pude asistir a uno de los acontecimientos arquitectónicos más tristes de los que me ha tocado en Corella. Me llamaron con carácter de urgencia para que me hiciese cargo de la dirección del derribo del Palacio de los Aguado. Una de las joyas arquitectónicas que adornaban nuestras calles y que ya sólo podremos recordarla por las fotos o vídeos que todos tendremos saliendo de San Miguel tras una boda o un bautizo.
Pero a esto no se llegó en un día. La situación de la casa ya se conocía y año tras año la administración fue incapaz de buscar una solución o llegar a un acuerdo. Y digo la administración porque es la que cataloga estos edificios en grado I, lo que significa que los tienes que conservar y mantener de forma íntegra, sin modificar ni alterar sus fachadas, sus distribuciones, núcleos de escaleras, etc. Y con esto no quiero decir que ello me parezca mal. Lo que quiero decir que a una familia no le puedes pedir que coja sus cosas, y se vaya a vivir a un palacio ruinoso de 400,500 ó 600 metros cuadrados con alturas de techo de 5 metros y unas condiciones de habitabilidad que para cumplirlas necesitas primero tener los bolsillos bien repletos.
Yo he nacido y vivido en una casa de estas, y no me importaría volver a ella. ¿Pero…? La casa no es sólo mía, problemas. Si yo acudo para solicitar ayudas a la oficina de ORVE, me dirían que las ayudas son personales y para la persona que habita la casa siendo propietaria de ella. Además me dirían que la casa sobrepasa los 120 metros cuadrados y sin entrar en detalles, esto queda fuera de sus competencias.
Puedo pensar, la reformaré, sacaré pisos y así podré hacer frente a los gastos. Pero ¡Ay, mísero de ti, y ay infelice!, pero es que no sabes que no puedes reformar escaleras, ni forjados ni huecos, ni nada que te interese. La casa es como es, y así la debes conservar por el bien nuestro patrimonio. Además ¿A quién le ibas a vender un piso en los tiempos que corren?
Así que, nosotros, los herederos de este deteriorado patrimonio que no podemos mantener y al que ni siquiera podemos dar uso, vamos a intentar por todos los medios ponerlo en buenas manos. Ojalá que sea alguien conocido, ojalá que sea alguien cercano a nuestra Corella, ojalá que sea alguien de los nuestros; y cuando dijo alguien de los nuestros me refiero a alguien que sepa valorar este pedazo de nuestra historia y que no es precisamente nuestro Gobierno de Navarra. No es nuestro Gobierno de Navarra ni es precisamente ninguna de sus honorables instituciones. No es “la Dirección General de Cultura” ni la “Institución Príncipe de Viana”, que en una carta reciente nos comunican que no es posible en la actualidad tramitar ayuda alguna para la conservación de “este edificio”. Y además nos dicen que “no tienen motivos para la adquisición del edificio ni tampoco para aceptar una posible donación” (por si se nos estaba ocurriendo). Además nos comunican que “el Servicio de Patrimonio de Economía y Hacienda” según sus noticias están en la misma situación, y añaden: “entendemos que lo mismo sucede con el resto de Direcciones Generales del Gobierno de Navarra”.
Como conclusión (termina la carta), estimamos que el Ayuntamiento de Corella debe requerir a los titulares del edificio (que disponiendo de este hermoso patrimonio, les debe sobrar el dinero, y si no se pueden pedir un préstamo o hacer las obras y no pagarlas, que últimamente es un recurso a tener en cuenta) , la realización de las obras necesarias para garantizar su estabilidad y asegurar su conservación.
P.D. (Deberían haber continuado) ¡Ah! Y que no se olviden de pagar la contribución religiosamente, ya que este edificio tiene un “alto valor histórico y económico”. De hecho estamos pensando en subir su valor catastral.
Qué vergüenza de país y qué vergüenza de políticos. Son necesarios cientos de palacios de congresos, cientos de instituciones y de proyectos singulares muchas veces innecesarios o infrautilizados, para que a costa de sangrar al ya exhausto ciudadano de a pie, puedan conseguir una bonita foto que les mantenga en el sillón.
Y qué vergüenza de Instituciones y de burrocracias, papeles, papeles y más papeles. Atentos para que no se cuelen delante de sus narices los diminutos ratoncillos, se les escapan a manadas los grandes paquidermos que parecen resultar invisibles para sus atentos y fieles técnicos e inspectores.
Y ya no podemos más. No podemos seguir bajando; ya hemos tocado fondo y los tenemos a ellos encima para asegurarse de que no subamos a la superficie para respirar un poquito. Quizás les quitemos “su oxígeno” si de repente salimos todos a respirar.
Quosque tanden abutere, Catilina, patientia nostra? ¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia? Estas palabras fueron pronunciadas en el Senado romano en el 63 a.C. por Cicerón, dando a conocer la conjura que preparaba Catalina para hacerse con el poder absoluto. Que palabras tan válidas y vigentes para la situación por la que nos están haciendo pasar nuestros políticos.
Quizás podamos hacerle a la casa de las cadenas una cura de urgencia (para prolongar su agonía), con un dinero con el que contamos para el estudio de nuestros hijos, o simplemente para sobrevivir en estos tiempos que nos está tocando vivir a los mortales.
Alemania se quedó sin patrimonio arquitectónico por una guerra mundial. Nosotros nos estamos quedando sin patrimonio por la dejadez, la desidia y la falta de imaginación de unos políticos que han convertido la política en su gallina de los huevos de oro, buscando únicamente su beneficio propio. Se han convertido en dinosaurios a muchas eras de distancia respecto a los ciudadanos de a pie a los que supuestamente deberían estar sirviendo.
Mientras tanto corellanos, disfrutemos de la Ciudad del Barroco, o mejor dicho, de los solares barrocos y de las momias barrocas.
Y este nuevo año, cuando celebremos y representemos la entrada en Corella de la corte de Felipe V, no os olvidéis: Nuestro Gobierno de Navarra y nuestras Instituciones, son los que hacen posible que nuestro patrimonio reluzca más que el sol.
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